domingo, 9 de diciembre de 2012

Nieta de tigre.

Dicen que a las personas que ya no están es mejor recordarlas con una sonrisa. Dicen que la tristeza y el vacío de saber que se han ido, debe ser reemplazado por la alegría de haber compartido juntos grandes momentos. Eso me propongo yo en esta especie de carta hacia esa persona que hoy ya no está, pero que nunca va a perder su lugar en mi corazón. 

Ya pasaron mas de tres semanas desde que se fue, desde que, a pesar de nuestra angustia, él decidió abandonar esa lucha que lo tenia tan cansado. Estoy segura que ese espíritu guerrero que conocí en él no lo voy a volver a ver en otra persona. Estoy segura de que luchó contra esa enfermedad incluso mas de lo que sus fuerzas resistían, solo por el hecho de quedarse entre nosotros, cuidándonos, cuidándola. Sé que se fue sólo sabiendo que ella estaba tranquila y segura de todo el amor que él le tenía. Sé que ir perdiendo la cordura era una tortura para él, un hombre tan correcto, inteligente, único; y que esa no era la vida que merecía tener.
Pero ahora quiero recordarlo como era él en realidad. Pasan por mi mente todas las tardes en las que, feliz de ser invitado, se sentaba en el comedor junto a sus nietos y repartía las cartas. Él siempre decía la frase - "yo nunca miento.."- y al final de la mano no tenía ni la mitad de lo que había dicho. Quiero recordarlo con esa mirada cómplice, con esa sonrisa pícara.
Se me viene a la cabeza a su vez esa mueca de alegría que no podía evitar hacer cuando mencionaban su tan amado helado, como todas las mañanas todos se preguntaban cuándo y quien se lo había comido, sospechando de su viaje silencioso a la cocina por las noches.
Pienso en él, y pienso en la frase "nieta de tigre" que es lo que solían decirnos cada vez que le contábamos de una buena nota. Y es que, según me dijeron, el veía en nosotras su legado, su gen en nuestras venas. Que orgullo no? ser vista de ese modo.
Pienso en él y lo veo al borde de la pileta sacando una a una las hojas para que sus nietos pudiéramos disfrutar del agua. Lo recuerdo también haciendo sus crucigramas todos los días, leyendo el Herald, mirando ese programa en blanco y negro en la televisión. Cierro los ojos y escucho sus pasos toscos por el pasillo bien temprano en la mañana, en camino a buscar el desayuno y llevárselo a ella, que lo esperaba siempre media dormida en la cama.
Podría detallar una a una las cosas que cruzan mi mente cada vez que pienso en él, como la mirada enamorada que le regalaba cada segundo a ella, como la tristeza en sus ojos cuando partíamos, como las palabras de amor que le dedicaba a su amada mujer.
Él fue un gran hombre, un gran esposo, un gran padre y un gran abuelo, y cualquier persona que lo conoció puede dar cuenta de ello. Y así como toda gran persona, su esencia va a quedar siempre entre nosotros. Se que él nos esta acompañando y cuidando desde el cielo. Agradezco haber podido compartir estos años a su lado. 






Quizá  fallé a medias en mi objetivo, o por lo menos eso pienso al sentir las lagrimas caer por mis mejillas.

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