lunes, 31 de enero de 2011

El reflejo.

No me daba cuenta por qué lloraba, yo sólo dejaba correr las lágrimas por mis mejillas, hasta que comprendi: me di cuenta que me estaba viendo en ella. Comencé a sentir un fuego en el pecho, una bronca que me inundaba. Esa impotencia de saber que no era capaz de hacer nada. La veía tirada en el piso, inconsciente, me veía ahí cual reflejo, pero no había nada que pudiera hacer para salvarla de ese infierno momentáneo y salvarme a mi con ella. La bronca se iba esparciendo hasta apoderarse de mi garganta y robarme el habla. De a poco aquel peso que me oprimía los hombros, curvando mi espalda y ahogando mi pecho, me fue convirtiendo en un manojo de culpas y me anestesió hasta dejarme caer en un sueño profundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario