jueves, 24 de febrero de 2011

Uno es poco.

Un prado verde se extiende, sobre él se llega a percibir un atisbo de un arco iris que amaga con salir. Transmite aires de paz, de sabiduría. Ella esta recostada sobre el pasto fresco, recién cubierto por el fino rocío de la madrugada, con la mente casi en blanco. Solo aquellos buenos momentos y pensamientos recorren su cuerpo, el cual a través de su piel irradia una energía casi imperceptible a los ojos de un despistado. Realmente no le importa el camino de vuelta, no esta lista para volver, quiere disfrutar de esos minutos de felicidad plena. Si tan solo pudiera compartir su lugar con alguien mas, si tan solo alguien fuera capaz de llegar hasta allí, de conocer el camino de ida pero no el de vuelta, si tan solo pudiera sentir que hay alguien allí de su mano, recostado junta a ella, sintiendo la misma paz y felicidad que siente ella.
Se sienta y se da cuenta que algo le falta, que ese espacio perfecto que creía tener en sus manos de a poco, muy de a poco, se empieza a desvanecer entre sus dedos sin previo aviso y sin receta alguna.

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